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jueves, 26 de mayo de 2011

Hoy he muerto.

Hoy he muerto...
Pues he perdido mi último sentimiento,
aquello por lo que tanto he vivido.

Hoy he muerto...
Pensé que diciendo todo lo que siento
acabaría por fin con este sufrimiento,
pero este dolor no hace más que crecer...
no me quedó más que de la tierra desaparecer.

Hoy he muerto...
Y no estoy triste por dejar este mundo,
pues seguir mi pasión me convertía en vagabundo.
Hacer mis sueños realidad era todo lo que quería,
pero lograr ese tipo de perfección no se podía.
Estar a tu lado y juntos esos obstáculos vencer,
no pude soportarlo y sólo logré junto a mis sueños perecer.

Hoy he muerto...
Y parado ya ante mi tumba,
te hago una simple pregunta.
Ya que fuiste quien me puso de la muerte en el umbral,
te pido me digas si por favor.
¿Vendrías a mi funeral..?

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Hay veces en las que el único consuelo posible, se encuentra en la persona que nos ha lastimado. Esas veces son las que matan.

P.D: He descuidado las entradas, tanto que ahora comparto algo que guardaba hace años. Con suerte el ritmo volverá a la normalidad la próxima semana.
viernes, 20 de mayo de 2011

Dos finales diferentes

¡¿Por qué?! Mi novio, Abraham, ha sufrido un accidente y, aunque ya está fuera de la clínica, los doctores dicen que podría no volver a caminar pero no importa, yo seguiré a su lado suceda lo que suceda.

El yace postrado en la cama de su habitación y los médicos van a examinarle a su casa ya que aún queda un rayo de esperanza para él. Yo voy todos los días y me siento a su lado para darle ánimos. Él me ve y me sonríe, sabe que nunca le abandonaría, sabe que no existe nada como nuestro amor.

El padre de Abraham está completamente seguro de la atención a domicilio. Piensa que, con unos cuantos exámenes, su hijo volverá a caminar pronto. Por otro lado, su madre es quien no tiene fe en los médicos. Ella dice que todo esfuerzo humano es inútil si dios no desea poner su mano santa en su hijo.

Día tras día, Abraham es sometido a diferentes pruebas por parte de los médicos. Desde dietas extrañas hasta inyecciones de todo tipo. Yo, por mi lado, ayudaba en lo que podía ya que, hacía unos años, había estudiado un poco de enfermería. Sabía que mi intervención no era importante, en realidad, pero quería que Abraham sienta que le estoy ayudando.

-          ¡Ya es suficiente, Martín! – escuché gritar a su madre en el cuarto contiguo - ¿¡Acaso piensas que nuestro hijo es una rata de laboratorio!?
-          Tranquila, Esther – respondía el padre, intentando calmarla – Ellos están trabajando para devolverle a nuestro hijo su caminar.
-          Nada es posible sin la ayuda de santísimo. Lo único que están haciendo es ir en contra de su voluntad.
-          ¡¿Estás loca?! – Se exaltó el padre – ¡Estos hombres están aquí para ayudar a nuestro hijo!
-          Yo rezo todas las noches por él y le encomiendo su salud a nuestro Dios. Por pensamientos como el tuyo y el de los médicos es que Dios no pone su mano en nuestro hijo.

La discusión siguió por varios minutos. Ya era de noche y sólo yo quedaba en el cuarto junto con él.

-          Hasta mañana mi amor – le dije.
-          Hasta mañana – respondió – gracias por todo, Rocío. Te amo.



Mi amor puede más que cualquier creencia.

Al día siguiente llegué algo tarde, después de mis clases, a la casa de Abraham. Su padre me recibió y, cuando entré, pude notar, en la sala, a la madre de mi novio gritándole a los doctores y tildándoles de herejes en contra de la voluntad divina.

Entré al cuarto de Abraham, estaba dormido. Me senté en el mismo lugar de siempre y, tras varios minutos de griterío en la sala, la señora Esther terminó botando a los doctores casi a la fuerza.

¿Nadie cuidará, entonces, de Abraham? Pude ver, en una cómoda del cuarto, el maletín de los doctores. Sabía que medicinas le tocaba a mi amado y tenía vagos conocimientos de  enfermería. Husmeé entre las cosas de los doctores para conseguir lo que necesitaba.

Pasado quince minutos los doctores regresaron por sus cosas. La señora Esther, molesta, les acompañó hacia el cuarto de Abraham. Yo no quería que nadie sepa que estaba ahí y, antes de sentir el pomo de la puerta, me escondí en el armario.

Me quedé hasta la noche, en el armario.

En la madrugada salí y, cuando todos dormían, me decidí a aplicar las medicinas en Abraham.

-          Yo te voy a cuidar, mi amor – le susurré al oído.

Después de concluir mi labor, salí por la ventana y regresé a mi casa.

Al día siguiente, grande fue mi sorpresa. Al ir a la casa de Abraham, él estaba de pie y podía caminar. Fui muy feliz al verlo así.

Aún estaba delicado, era comprensible, ¡Pero ya estaba curado! Pasamos el día juntos. Fue maravilloso. Hacía semanas quería volver a estar así con él.

A la tarde del día siguiente regresé a su casa, muy feliz… Pero él estaba otra vez, postrado en su cama.

Había un doctor examinándole, su padre estaba parado al lado del doctor.

-          Su recuperación fue buena, pero, al parecer, la medicina debió ser constante – le dijo a su padre – ahora que hizo este esfuerzo sobrehumano para caminar el día de ayer… Me temo que, ahora que hizo más de lo que podía sin seguir su tratamiento… Es demasiado tarde. Él no volverá a caminar nunca.

Me puse a llorar.

-          Nuestra fe no fue suficiente – dijo su madre.

Lloré todo el día.

-          ¡Estúpidas creencias! – grité a la nada – Él estaba curado… ¡Te odio! – grité al cielo.



Nada puede ser más que el amor de Dios.

Mi hijo está en una cama y, a menos que los doctores se encomienden a nuestro señor, no habrá solución.

Una tarde decidí lo mejor para mi hijo, botar a los médicos herejes y encomendar su cuidado a Dios. Cuando hablaba con los médicos llegó a la casa la enamorada de Abraham.

Los médicos regresaron después de varios minutos en busca de sus cosas. Estaban en la habitación de mi hijo. Les acompañé.

-          Que raro – pensé – creía que Rocío había venido… ¿Se habrá ido al verme alzar la voz?

Esa noche recé por mi hijo. Al día siguiente tenía un mejor semblante. Al parecer mis súplicas habían sido escuchadas. Al medio día ocurrió el milagro. Al medio día mi hijo se puso de pie. Sabía que Dios me escucharía.

Rocío, su novia vino a visitarlo. Ambos estaban muy felices. Pasamos el día todos juntos celebrando el milagro.

A la tarde del día siguiente, encontré a mi hijo tirado en la cocina. No podía caminar. Llamamos a un doctor para que nos explique lo ocurrido. La novia de mi hijo llegó a los pocos minutos luego del doctor.

-          Su hijo sufrió una reacción en cadena – explicó – él recibió tratamiento para ser curado y, luego, se le aplicó otra dosis de una manera exagerada. Asimiló, en primera instancia, lo necesario para poder caminar otra vez pero, debido a una negligencia, se le inyectó más de lo necesario. Su cuerpo tardó en asimilarlo y ahora vemos las consecuencias. Recibió más de lo que su cuerpo podía soportar, él no volverá a caminar – concluyó.

 Me puse a llorar.

-          Yo… Yo – susurró Rocío – Yo fui quien cometió negligencia médica con Abraham.

Rocío nos explicó lo ocurrido. Nuestra fe nunca fue suficiente.

-          Odio todo aquello que atente contra la voluntad de Dios – pensaba, solitaria en mi alcoba – Esa niña pudo matar a mi hijo… Por no seguir los deseos de nuestro señor.


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Tal vez nunca sepamos quien tenga la razón. ¿Abraham se hubiese curado de seguir con el tratamiento?
Tal vez el amor humano puede más que creencias inexistentes... ¿Abraham se hubiese curado al tener todo lo necesario para volver a caminar? Tal vez la madre de Abraham, gracias a una intervención divina, botó a los doctores porque Dios sabía que ya era suficiente para que él vuelva a caminar.
Nunca sabremos la respuesta, posiblemente. Es lo bonito de ser un humano.
lunes, 16 de mayo de 2011

Esperar.

Casi todos los años de mi vida me encontré en un estado neutro, no sentía ni alegría ni tristeza, ni siquiera me importaba. Simplemente vivía tranquilo, me dedicaba a la vida de estudiante irresponsable que tanto me divertía, pero nunca me preocupé por encontrar o buscar felicidad. Eso era bueno, caminaba sin preocupación, caminaba solitariamente, pero sin tristeza... La soledad era mi amiga. Pero claro, algo raro debe pasar en esta vida... y por alguna razón un ángel apareció en mi camino para cambiar mi destino. Sí, un ángel.

Felicidad, eso fue lo que me entregó el ángel. Me dijo que lo anterior a su existencia no era vida, que ahora aprendería lo que es el amor, que me mostraría el camino hacia eso llamado felicidad. Se quedaría a mi lado para siempre, me cuidaría y me enseñaría las cosas buenas de estar vivo. Y así fue, así fui feliz. Tenía un ángel, el único en el mundo...y era sólo para mí. ¡Qué feliz que fui!

Y así, a su lado nunca tuve miedo. Aprendí absolutamente todo acerca del amor, de la amistad, de la alegría y cómo vencer la tristeza. Me enseñó todo lo que había prometido, se aseguró de convertirme en una mejor persona. Los demás humanos dejaron de importarme, pues lo único que necesitaba era mi ángel. Un mundo entero por descubrir y un ser perfecto con quien descubrirlo. Así fue durante mucho, mucho tiempo...

Fue raro, ese día que todo cambió. No sé qué pasó, nunca supe la razón, pero mi ángel me dijo que debía marcharse. Se despidió y prometió volver pronto. Me dijo que no debía estar triste, que la felicidad no dependía de su presencia, que un día sería mucho más feliz...aún si no lo creía posible por ahora. Me dijo que no le temiera a la oscuridad de la soledad, que recordara todo lo aprendido y continuara siendo feliz. Le dije que esperaría su regreso eternamente, que a pesar de odiar su partida siempre aguardaría esperanzado el retorno. De ese modo, toda la alegría que había encontrado, se marchó junto a mi ángel.

Desde entonces se me hace difícil disfrutar de la vida, las cosas simplemente ya no son tan hermosas. He vuelto a encontrarme con la soledad, pero ahora ya no es mi amiga, al contrario ahora me atormenta. Pareciera que todo lo que aprendí fue en vano, toda esa felicidad desapareció y no logro encontrarla. Me siento vacío, aquello que me hacía especial no está y por ello he vuelto a la realidad, una realidad cruda y despiadada. Las personas son extrañas, no me complace su compañía, pues claro... yo tenía acompañante divino. Debo ser fuerte, debo sobrevivir, ya cada día será mejor... sí, mañana será mejor.

Todo ha mejorado, mi ángel tenía razón. Hay felicidad en la vida sin su presencia, sólo necesitaba encontrar el camino. Encontré alegría en la soledad, en el mundo que me rodea e incluso en las demás personas. No son tan malos, creo que todos tienen un toque de divinidad, ya sé valorarlo. Ahora soy feliz en todo momento, pues ya toqué el cielo y ahora puedo vivirlo en la tierra. Sin embargo siempre extrañaré a mi ángel, me dijo que algún día regresaría. Sé ahora que mintió, nunca regresará... pero aún así lo espero, supongo que siempre lo esperaré.

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Aparece alguien en nuestras vidas, nos cambia totalmente... nos vuelve mejores personas, nos enseña la felicidad... pero un día esa persona desaparece. A veces regresa, a veces no... pero la huella que ha dejado en nuestras vidas siempre quedará.
viernes, 13 de mayo de 2011

Problema.


Me gustas... y eso es un problema.
Es un problema pues afectas mis sentidos. Mis oídos sólo escuchan tu voz, mis ojos no hacen más que verte. El mundo entero ha cambiado por tu existencia, eso me confunde. Ya no sé si lo que percibo es real o si es el mundo fantasioso en el que me gustaría vivir contigo. Definitivamente algo está mal.

No es solamente el mundo el que ha cambiado, también mi forma de actuar. Ahora cuido mis movimientos para no hacer el ridículo frente a ti, pero sin querer termino actuando de maneras extrañas por querer llamar tu atención. Ahora todo el día hablo de ti, me es necesario contarle a mi mejor amigo cada interacción que tengo contigo. Intento hacerte reír, intento ganar tu confianza, muero por saber que opinas de mí. Sí, me has cambiado... y no sé si eso es algo bueno.

Ahora que hablamos más, no sé si sabes lo que siento. No sé si actúas así conmigo pues soy especial. No sé si conoces mis emociones, no sé si debas conocerlas. Quizá el saberlo te aleje, quizá llegues a odiarme o quizá las cosas cambien. Tengo miedo de mostrarte lo que realmente soy, pues la gente tiende a abandonarme al descubrirlo. ¿Cómo puedo saber que me querrás si llegas a conocerme? Cuando la única persona que me conoce del todo me aborrece por ello.

Me gustas... y eso es un problema.
Es un problema querer tener un futuro contigo, cuando no quiero arreglar mi pasado. Me molesta tener que cuidar mis palabras para no decir algo de más, me enerva cuidar mis acciones por miedo a perderte. Es un problema tener miedo a perderte cuando aún somos nada. Ahora vivo en este mundo raro donde todo depende de ti, de lo que digas, de cómo lo digas... Me gustas sí, me gustas muchísimo, pero eso es un problema.

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Cuando alguien nos gusta, se generan series de situaciones extrañas y/o graciosas, las cosas cambian, nosotros cambiamos. Supongo que cuando la cosa se pone así de “seria” es que el gusto se ha vuelto algo más que eso.
martes, 10 de mayo de 2011

Para hacerla feliz.


¿Hay una chica que no logras sacar de tu mente? O mejor aún ¿Hay una chica que no quieres sacar de tu mente? Bueno, felicidades... estás enamorado...

Entiéndase este término como “la felicidad de esa persona es mi felicidad”. Ahora que eso está aclarado, me gustaría compartir contigo algunas de las cosas que creo hacen feliz a una chica, pues hacerlas felices es la idea de todo esto... y así.

Si la ves triste, acércate y demuéstrale apoyo. No la presiones con saber la razón de su tristeza si no quiere compartirla. Si decide contártelo, escúchala. Si no lo hace, sólo hazle saber que no está sola.

Si la ves aburrida, diviértela. Sí, es tu papel el ser un bufón; bueno no... pero la risa es clave para la felicidad. Además, ver su sonrisa es lo que quieres.

Preocúpate por ella, pregúntale cómo le va. Saber que la estimas de esa manera la hará sentir mejor. Vamos, préstale atención... te aseguro que te la devolverá.

Se observador... Si se ha tomado el tiempo de arreglarse para ti , al menos deberías notarlo.
Hazle saber lo bonita que se ve, será feliz. Pero que tus cumplidos no suenen falsos... eso no le gustará.

Se caballeroso, asegúrate de su comodidad y seguridad. Eso siempre provocará alegría en una señorita. Además, se sentirá orgullosa de estar en tu compañía.

Recuerda que su estado de animo cambiará repentinamente de vez en cuando, ten paciencia y compréndela. Su peculiar humor será efímero, pero su dicha por tu comprensión durará muy buen tiempo.

Un detalle ocasional nunca la pondrá triste. Prepara, inventa, compra... crea... algo para ella. No lo hagas por obligación, claro está. Es tu buena intención lo que asegurará su alegría.

Y bueno, para hacerla feliz, recuérdale siempre cuanto la estimas, quieres, amas... Si todo  va bien, te aseguro que tu amor es su felicidad.

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La sonrisa de una mujer, a mi parecer, es magia pura.
viernes, 6 de mayo de 2011

Libertad.

Nunca había amado a alguien de esta manera, creo que ni siquiera había conocido el amor. Sí, definitivamente es eso, todo lo anterior a ella no fue amor, nada se compara y nada nunca se comparará. Alisa lo es todo para mí, ella es quien me salvó de esa vida triste y solitaria, ella es la única que me entiende, ella... ella es el amor de mi vida.

Mi nombre es Micaela; tengo dieciséis años, soy algo reservada. No me agradan las demás personas, suelen tratarme raro pues soy distinta. Lo bueno de mi vida es Alisa, mi novia. Lo malo es que a pesar de la época en la que nacimos, no todas las personas están de acuerdo con nuestro amor. Esto no tendría importancia, pues el mundo no me importa; pero mi familia no acepta esas “ideas nuevas” y por ello debemos ocultar nuestra relación.

No lo entiendo del todo...¿Por qué está mal que nos amemos? Detesto el odio en los ojos de las personas con “buena moral”, me da asco saber que mi familia piensa que soy una abominación de la naturaleza. Según todas esas personas, nosotras vamos en contra de la naturaleza... ¡Al demonio la naturaleza! Lo natural es amar, para eso vivimos... Ellos no nos odian, ellos odian el amor. Sí, eso es, odian el amor y por ello nos atacan. No le causo daño a los demás, soy una buena persona. ¿Acaso no ven que sólo quiero poder amar en libertad?

Nos vemos a escondidas, nos besamos en las sombras, nos amamos en secreto. A pesar de eso, cada día es una aventura nueva. A su lado no siento temor ni restricciones. Si bien nuestro romance es restringido, si bien la sociedad y mi familia nos quitan la libertad de amar...estando juntas somos verdaderamente libres. Pues el amor es libertad, aún en la opresión de un mundo intolerante.

Hicimos una promesa, ella y yo, “siempre estaremos juntas”. No importa que por ahora tengamos que vivir en secreto, no importa que nos miren raro en las calles. Si seguimos juntas algún día podremos vivir tranquilamente, algún día podré besarla y exclamar cuanto la amo libremente. Un día podremos criar un hijo, podremos enseñarle que lo único importante en la vida es amar. Y algún día el mundo entero tendrá que aceptarlo. ¡Sí, tendrán que aceptarlo! Viviremos en un mundo tranquilo, un mundo lleno de amor, un mundo de libertad. Todo eso será posible...no... Todo eso ya es posible cuando decimos “siempre estaremos juntas”.

...Algo malo sucedió, mi familia nos descubrió, mi padre está molesto...está muy molesto.
Me enviará a un internado en otra ciudad, ahora nos dirigimos a la estación de trenes. No deja de gritar, no deja de maldecir a mi amada. Lo odio, lo odio con todo mi ser, es un intolerante más... Alisa ya lo sabe, logré avisarle antes de subir al carro, un mensaje suyo llegó a mi celular: “Voy por ti mi vida, siempre estaremos juntas”. Eso me alegra, lograré verla antes de partir. Pero sé muy bien que sólo podremos decir adiós.

...Estamos al borde de los rieles esperando el tren, Alisa aún no llega. Pronto tendré que subir a ese monstruo de acero que me llevará a la soledad. Mi padre sostiene mi mano con fuerza, aún en esta despedida no logra calmar su odio por nosotras. “¡MICAELA!” Escucho el grito de Alisa mientras el tren se acerca, mi princesa viene corriendo hacía mí. Mi progenitor intenta interceptarla, no lo logra, pero no se rinde. Miro a los ojos de mi amada mientras corre a mis brazos perseguida por mi ascendiente, su mirada me cuenta todo su plan... el plan para ser libres. Ya lo entiendo, es la única manera... asiento con la cabeza mientras extiendo mis brazos para recibir con ellos al amor de mi vida. El impulso de nuestro abrazo nos deja caer a las vías, el tren ya está aquí. Escucho el grito de mi padre que se mezcla con la bocina del tren, pero eso no importa... Tengo a Alisa en mis brazos, estamos juntas y eso es lo único que interesa. Hicimos una promesa, ella y yo... “Siempre estaremos juntas”.

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La libertad de amar es lo más importante en la vida, al menos eso creo. Nunca dejen que alguien les quite esta libertad.
martes, 3 de mayo de 2011

Consejos para superarlo.


Debes dejar de torturarte, no lo recuerdes todo el día.
Apóyate en tus amistades, uno nunca está solo.
Debes liberar tu dolor, llora, ríe, exprésate y mejorarás.
Acéptalo, haz las paces con tu mente y corazón.
Guardar rencores es mala idea, es veneno puro.
Debes recordar que cada día será mejor que el anterior.
Abraza a alguien, tendrás tranquilidad.
Esperar lo imposible es en vano, sigue adelante.
Debes dejar de mentirte, no crees falsas esperanzas.
Finalmente, disfruta...ese es el chiste de aquello llamado vida.
Ah, lo olvidaba... Para superarlo, debes querer hacerlo.

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No olviden el punto de estar vivos...Superar un amor puede ser difícil, pero no dejen que eso los consuma. Obviamente es un proceso, cada uno lo hace de distintas maneras y estos consejos son simple guía. Estas líneas son algo que probablemente ya sabes, pero a veces es necesario que alguien más te lo diga.

Acerca del blog: Lo dije en la presentación, pero para aquellos que no lo saben... el objetivo de estas entradas es el aconsejar (a mi manera, obviamente). Espero a alguien le sirva.