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viernes, 4 de febrero de 2011

Infidelidad...


Saludos, continuemos con la sección de historias, esta es una historia sobre engaños y las sorpresas que estos traen... Disfruten
 
Infidelidad.

Aquellos que son románticos en el sentido más puro no lo entienden, no pueden encontrar la razón del adulterio, lo ven como algo imposible, como un crimen, como algo peor que el parricidio.
Son las infidelidades la razón de infinitas locuras cometidas por la humanidad, son ellas las que destruyen sueños y esperanzas, son el motivo de esta narración.

Como pueden imaginar; Gustavo, nuestro héroe del día, era un chico romántico hasta la medula. Sus ideales en el amor eran los de una película dramática, perfectos y sin espacio para errores, en todo caso si hubiera errores, por amor los perdonaría. Creía que cuando una pareja se junta, es para toda la vida, nunca se haría daño, nunca se mentiría, pero sobretodo nunca sería infiel. Con estos ideales en mente, Gustavo vivía feliz con una novia un poco peculiar.

Lucero era su nombre, sus pasatiempos iban desde bailar toda la noche, hasta jugar ajedrez en los parques. Era una chica extrovertida, cariñosa y responsable. Quizá por eso es que le gustaba tanto Gustavo, quien era totalmente opuesto a ella. Lo único en común que tenían era su amor por el otro. Dos personas distintas en todo, dos personas destinadas a amarse por toda la eternidad, pero... ¿Qué es amarse?

Gustavo ve el amor como ya se dijo, perfecto. Una relación para él, es todo un mundo, todo le recuerda a su pareja y su pareja le recuerda a todo, pues todo es ella y ella es todo. Sus amigos suelen usarlo como ejemplo del chico romántico que se pierde los placeres de la vida por algo como el amor. Pero a un romántico como él, no le interesan los placeres de la vida, pues el amor es la vida, es el placer que embarca todos los placeres. Eso es amar.

Lucero por su parte, no es perfeccionista, no exige tanto del amor ni espera mucho de ello. Ella solo quiere seguir siendo feliz con su novio, como lo ha sido siempre. Para ella el amor es algo que está ahí, que siempre la protegerá si lo necesita, que la cuidará y la hará feliz. ¿Para qué hacerse tanto lío con algo que es tan simple? Uno ama y es amado, punto.

Pasa el tiempo, la relación sigue siendo estable, nunca tienen ningún problema mayor, todo es manejable y realmente cualquier persona que los ve juntos, siente que no hay pareja más enamorada que ellos. Si tan sólo, el destino no fuera como es y las parejas de las historias pudieran vivir felices todo el tiempo, esta pareja indudablemente hubiera tenido lo que ciertas personas llaman “Un final feliz”.

Fue una noche de baile más para Lucero, estaba sola pues Gustavo no disfruta mucho el moverse al ritmo de esa música típica de discoteca, se veía rodeada de pretendientes a quienes rechazaba frecuentemente, se dedicaba a bailar sola o con los pocos que se notaban sencillos. En medio de un descanso, vio a un personaje que le llamó la atención. Era un chico que estaba sentado cerca de ella, se notaba un poco incomodo y Lucero se dio cuenta que el muchacho estaba solo. Le extrañaba que un chico estuviera así de reprimido en un lugar tan alegre, sobre todo notó que el individuo movía el pie energéticamente al ritmo de la música, pero no se atrevía a bailar. En su alegría de chica risueña, no lo pensó mucho y fue directamente hacia él, lo invitó a bailar y aunque luchó un poco para lograr que se moviera, pronto estaban bailando. Fue una sorpresa cómo el chico aprendía tan rápido a moverse, se le notaba torpe, pero lograba mantener el paso, se divertían. Lucero se olvidó del resto de las personas, le emocionaba el progreso del muchacho, le producía ternura ver el rostro de felicidad que ponía él cuando lograba un nuevo paso.

No entiende que pasó, no logra concentrarse, acaba de salir de la cama del chico tímido y se dirigía a casa, por suerte aún no amanece, solo fueron un par de horas, pero suficientes para destrozar su conciencia por el resto de su vida. Llegó a casa, subió a su dormitorio, aún sin saber que hacer, se acostó y simplemente se quedo callada, por suerte Gustavo dormía de lo más feliz, ella por otra parte, no logró dormir.

La tortura era parte de su vida ahora, cada segundo, cada respiro, cada palabra intercambiada con su conviviente le mutilaba la conciencia. La culpa la destrozaba pues sabia que si Gustavo se enteraba la dejaría sin pensarlo. -“Le haría tanto daño, me odiaría el resto de su vida”- Pensaba noche y día. Cada “Te amo” y cada “Siempre serás solo mía” le causaban un dolor inigualable e indescriptible. Con los meses, a diferencia de lo que ella pensó, la culpa aumentaba y el dolor se hacia mayor. No poder contarle algo a esa persona que suele escuchar cada respiro tuyo, es algo atroz. Tener que ocultarle algo de esa magnitud a tu ser amado, es el castigo perfecto para tal error. Es por eso y por la crueldad del mundo literario lo exige, que Lucero no aguantó su culpa y decidió confesar.
Todo sueño, toda promesa, todo su mundo (su mundo era él) desapareció con un solo dialogo:

-Tengo algo que decirte...no será fácil pero espero que puedas recordar cuanto te amo y logres perdonarme.
-¿Qué pasó, olvidaste comprar mi cereal?
-No, tonto... es algo serio, algo que realmente debo confesar.
-El cereal es algo serio, tontita, pero bueno... Ya dime.
-No sé como decirlo de otra forma, así que ahí va...
-“He olvidado comprar el cereal”.- Gustavo reía imitando a su novia.
-¡No!- Lucero no soportaba más, debía decirlo.
-Entonces dilo de frente, sabes que si no lo haces seguiré molestando.
-Fui infiel.
-¿Ves ahora que lo del cereal sonaba mejor? Supongo que no hay mucho que decir, solo vete, no pienso arreglar ese tipo de problema. – Respondió con una sonrisa, como siempre.
-Pero...
-Sin peros, lo sabes muy bien, eso no tiene perdón, tan solo vete...-La sonrisa desapareció
-Siempre te amaré.
-Y yo a ti, adiós.

Lucero salió de la habitación, de la casa, de la vida de Gustavo. Mil lagrimas cayeron por aquella tragedia, pero su conciencia ya estaba lista, ahora debía lidiar con el demonio de haber lastimado a su tontito. Quizá jamás logre vivir tranquila...

El mismo día que Lucero se fue, un par de horas más tarde, Gustavo salió de su casa. Tomó un camino extraño para cualquiera que lo conociera, pero familiar para él, pues era el camino que tomaba a escondidas siempre. Llegó a una puerta de madera en una pequeña pero acogedora casita, tocó la puerta, una mujer de inigualable belleza abrió la puerta, lo recibió con un profundo beso.

-Ya era hora de que llegarás, te he extrañado mucho. ¿Tuviste problemas para que te dejara salir la muchacha esa?- Se le notaban los celos, pero lo decía con muchísimo amor.
-Ya no debes preocuparte por ella, por fin se acabó, ahora somos tu y yo, como siempre hemos querido.- Gustavo entró a la casa, besó nuevamente a su amante de toda la vida y cerró la puerta.

Los días siguientes fueron perfectos, llenos de felicidad eterna y sonrisas inigualables.
Ahora Gustavo tendría el final feliz que todo hombre, romántico hasta la medula como él, desea...vivir con el amor de su vida, nunca se hicieron daño, nunca se mintieron, pero sobretodo nunca fueron infieles.

2 comentarios:

l dijo...

es un final que no muchos se imaginaban...

Alejandro Céspedes dijo...

l: Al final, el mundo siempre seguirá dando vueltas.